domingo, 12 de abril de 2015

NADA DE ESTO FUE UN ERROR...

     Han pasado ya varios días desde la última vez que ambos lloraron mientras hablaron por teléfono, hace ya varios días también que no habían reproches de su parte, el dolor seguía en su interior, pero ella sabía que así como ya no había rencor de su parte, algún día la herida se cerraría y dejaría de doler.

      Las cosas habían cambiado, ella nunca fue una persona conformista, pero en este preciso momento de su vida se conformaba con estar tranquila, lo único que en parte la perturbaba era que al cerrar los ojos sólo podía escuchar en su mente el coro de esa canción que ella le dedicó hace poco más de dos años...

" no quiero que me perdones, y no me pidas perdón, no me niegues que me buscaste y nada nada de esto, nada de esto fue un error ohoh.!"


Nada de esto fue un error - Coti, Paulina Rubio y Julieta Venegas. 2010.

jueves, 9 de abril de 2015

DÍAS DESPUÉS

Ya habían pasado varios días, pero sentía que el dolor en su alma y en su cuerpo no cesaría nunca, ella buscaba la mejor forma para intentar aliviarlo pero nada era suficiente, ella estaba siendo protagonista de lo que nunca creyó posible, y es que la verdad posiblemente era más dolorosa que el hecho de que le mintieran.

Una parte de ella quería olvidarse de él, alejarlo, incluso odiarlo, pero no podía, su otra parte que al parecer era mucho más fuerte, necesitaba verlo, quería tenerlo a su lado para poder besarlo y saber que de verdad estaba ocurriendo esto, necesitaba abrazarlo, verlo y escucharlo, pero eso era imposible.

Sólo recordaba que en más de una oportunidad contó las pecas de su espalda mientras el dormía, nunca pasaron una noche juntos, ella no se arrepentía de eso, pero si le hubiese gustado aprovechar más momentos con él; ese tipo de momentos que sólo una persona que ama de verdad hubiese podido valorar. Igualmente le sorprendía que una parte de ella se sentía orgullosa, porque sentía que nadie podría decir que en algún momento fue "su mujer", sino que siempre iba a ser recordada como "su novia", ese era el tipo de cosas que las mujeres feministas valoraban, aunque de verdad le sorprendía en cuantas partes logró dividirse su alma, y sólo deseaba que sus sentimientos hicieran lo mismo, tal vez de esa forma podría ser más objetiva.

Era sorprendente, que a pesar de su dolor ella sabía que estaba haciendo lo correcto, ella debía darse a respetar, lo necesitaba de verdad, aunque le dolía y sabía que siempre lo amaría estaba segura de que era lo mejor, para ambos, pero sobre todo para ella.

miércoles, 8 de abril de 2015

EL DOLOR DE LA VERDAD

Son las 11:50 de la noche y estaba en su cama, debatiéndose entre la idea de llorar hasta no poder más o ser fuerte y aceptar los hechos sucedidos en los últimos días...

Como si no fuera poco, no sólo la aflige el dolor, comienzan las dudas, ¿fue correcto haber tomado esa decisión? ¿realmente era necesario?, mientras pensaba todas esas cosas, comienza a resquebrajarse ese muro de contención que decidió levantar entre su fortaleza y sus sentimientos, las lagrimas comienzan a brotar solas, y a caer en su almohada y su cabello, que justo ese día había decidido dejar suelto.

No podía respirar, sentía que tenía un hueco en el pecho, por el cual se iba todo el aire y no sabía a donde iba a parar, sólo pensaba en él, en el dolor que le había causado, el dolor que ella sentía, pero no sólo pensaba en él como la persona que la había lastimado, que le rompió su corazón; también pensaba en él como ese hombre al que ella amaba con todas sus fuerzas y del que estaba segura que la necesitaba tanto como ella lo necesitaba a él.

El problema con los amigos que se enamoran (porque eso eran ellos, un par de amigos que se enamoraron, como muchas parejas en este mundo), es que cuando pierdes a tu pareja también pierdes a ese amigo o amiga que siempre sabía que decirte y con qué palabras levantar tu ánimo, ¿cómo podían darse fuerzas el uno al otro? Era imposible, el dolor se apoderó de ellos y hasta esos sinceros "te amo" atravesaban el alma, eso era lo que pasaba por su mente en esos pocos momentos en los que lograba pensar claramente y mantener la calma.

Ella no pudo más, sólo quería llorar y no pudo aguantar más, nunca había entendido como alguien era capaz de llorar tanto por amor, pero en ese momento lo estaba averiguando de la forma más dura posible, lo estaba viviendo en carne propia... No era la primera vez que se enamoraba, eso estaba claro, tampoco era la primera vez que la decepcionaban, pero si era la primera vez que de verdad le importaba la otra persona, fueron esos años juntos los que habían logrado que ella volviese a creer en el amor y la ilusión, esos años que habían ablandado ese supuesto corazón de hierro por el cual era conocida, y del cual en muchos momentos se destacó por hacer gala.

"No quiero saber más nada de él, quiero que desaparezca de mi vida, maldita sea la hora en la que lo conocí", esas eran  la mayoría de las cosas que una mujer solía decir de un hombre que la había lastimado, pero ella no podía decir ninguna de esas cosas, ella sólo podía decir "me duele porque lo amo". Ella no se atrevía  a decir eso, juró que nunca diría que lo sigue amando tal y como al momento en el que descubrió que lo necesitaba, que le hacía falta, que no saber de él le hacía daño; pero esas promesas y juramentos llegaron hasta el momento en que escuchó su voz temblorosa por las lágrimas, el saber que él estaba en las mismas condiciones que ella, le terminó de partir lo poco que quedaba intacto de su alma, sintió la necesidad de salir corriendo a besarle, abrazarlo y decirle "tranquilo, disculpa, me apresuré con esta decisión, lo resolveremos juntos", pero la traicionada era ella...

Ella era la más dañada en este punto, si es cierto que en el pasado ella cometió un error y él la perdonó (aunque después de eso, por más que se esforzó nada volvió a ser lo mismo), pero ella no podía perdonar esto tan fácilmente, su error no había salido a la luz nunca, era algo que quedó sólo entre ellos dos, y algo que ella supo detener en su momento, antes de que se escapara de sus manos; pero él no, él no tuvo la voluntad para detener las cosas, para evitar que se salieran de sus manos y no tener vuelta atrás, eso y muchas otras cosas la hacían dudar, ella siempre fue una fuerte creyente del dicho que reza "¿si yo puedo por qué los demás no?", allí residía su dolor, en imaginar lo poco que él había valorado sus esfuerzos, la paciencia y el apoyo durante los años a su lado.

Estaba cansada, sentía que le dolían las ojos y su cabeza iba a estallar de tanto dolor por la presión, ya eran más de las dos de la madrugada, sabía que debía dormir, además necesitaba hacerlo sin embargo sabía que sería imposible dormir como si nada, sólo tenía dos opciones, o esperar quedarse dormida mientras lloraba, o tomar unos analgésicos que aliviaran su dolor de cabeza y la debilitaran hasta el punto de quedarse dormida; la segunda fue la opción que eligió, se tomó un par de píldoras y volvió a su cama, se sintió extraña al no abrazar ese hermoso perrito de peluche que él le había regalado al principio de su relación, pero sabía que poco a poco debía ir separando sus sentimientos de él, y ese era uno de los primeros pasos que debía dar, así que dejó a un lado el peluche, le dio la espalda y cuando aún no habían pasado 20 minutos ya estaba dormida, con la idea en mente de que mañana sería otro día...